La sociedad anestesiada

Publicado el 2025-09-14

¿Recuerdas cuando fué la última huelga general en España? ¿No? El 14 de Noviembre de 2012. Convocada principalmente por España y Portugal fué secundada simultáneamente por Chipre, Malta e Italia y se llevó a cabo como una reivindicación común contra las políticas de austeridad resultantes de la crisis financiera de 2008.

A partir de ahí, la nada. Han pasado trece años y nada de nada.
Seguramente debido a que la economía se encuentra en su mejor momento: previsión de crecimiento económico en 2025 para la Unión Europea del 1,1% y del 0,9% para la eurozona, o por el pleno empleo, con una tasa media de paro en España del 10,9%, o por los impuestos, que según la propia Agencia Tributaria en su informe mensual de julio 2025 dice así:

Los ingresos tributarios en julio alcanzaron la cifra de 47.499 millones de euros,
lo que supuso un aumento del 13,4% respecto al mismo mes de 2024. El crecimiento fue el resultado de un incremento del 10,3% en los ingresos brutos y de una caída del 5,9% en las devoluciones.

Ese mismo mes de julio se dieron de baja 7286 autónomos, 235 bajas diarias.

Pero nada de nada. Hace años que la sociedad vive anestesiada. Se toma su taza de cloroformo en el desayuno y que venga lo que tenga que venir, da igual. Puedes hablar de Chat Control, de la polarización de la sociedad o que ha subido la leche, la respuesta siempre es la misma: es lo que hay, no se puede hacer nada, asi será... ¿Te suena?

La realidad es que nos encontramos en un momento en el que la sociedad está cansada y agotada en todos los ámbitos que la componen, ya sean laborales, personales, institucionales, etc.

Pero todo va bien, para eso tenemos al departamento de marketing del estado que crea esloganes y consignas para todo y para todos.

¿Recuerdas en plena pandemia aquello de Saldremos más fuertes? Ese día, la cifra de muertos en nuestro país alcanzó los 26.834 y era más fácil encontrar en la prensa la foto de un unicornio que la de una UCI. No conviene dramatizar, nos decían.

¿O Solo el pueblo salva al pueblo? DANA de Valencia, octubre de 2024, 229 fallecidos sólo en la provincia de Valencia en la que se considera una de las peores catástrofes hidrológicas en la historia de España.

Pero hay una por encima de todas estas que hasta yo reconozco que fué una genialidad como pocas en nuestra historia reciente. Rememoremos la lucha de clases generada por la revolución industrial. Empezó en Inglaterra en el siglo XVIII con el ludismo, el cartismo y la formación de sindicatos.
Gracias a estas luchas libradas por nuestros bisabuelos, abuelos y padres, con sudor, sangre y muertos en el camino, se obtuvieron derechos como salarios dignos, jornadas laborales de ocho horas, días de descanso y protección contra el trabajo infantil.
Todo esto está muy bien, salvo en un punto: a mayores derechos, menores beneficios para las empresas. ¿Cómo resolver semejante problema? Y aquí llega la genialidad de la que te hablaba: le hicieron creer a medio mundo que eran clase media, ya no había lucha de clases porque ya no existían las clases.
Todos eran clase media, y eso ha funcionado hasta el día de hoy.

La señora de 36 años que me cobra los yogures en el supermercado, trabaja 30 horas semanales por 765€ al mes y sigue viviendo en casa de sus padres porque no le queda otra, pertenece a la clase media.
El que duerme en un saco de dormir en un balcón alquilado en Magaluf por 600€ al mes y trabaja 18 horas diarias también es clase media.
Todos lo somos, de una u otra forma.

Hace unos días, a dos calles de mi casa, vi una furgoneta con una pegatina enorme en un costado que ponía: Esta es nuestra casa y mola mogollón.
Y es que todo esto nos gusta, nos atrae de alguna forma extraña; es la romantización de la mierda.

Fuentes consultadas: